La vida en los tórridos desiertos
Incluido en: La adaptación

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Resumen
De los camellos a los lagartos, cómo sobreviven los animales y las plantas en algunos de los hábitats más extremos de la Tierra: los abrasadores desiertos.
Claves de aprendizaje
- Cómo se han adaptado los organismos al inhóspito paisaje desierto.
- Desde adaptaciones físicas, como las jorobas del camello.
- Las grandes orejas de los zorros Fennec.
- Hasta las adaptaciones conductuales de la rata canguro, que solo se aventura a salir por la noche.
La casi totalidad de los temas cuenta con un pack de materiales de aprendizaje dirigidos tanto al docente como a los alumnos. Entre los recursos incluidos hay bloques con ampliación de las preguntas formuladas, diagramas etiquetados y mudos así como diversas imágenes asociadas. Puedes descargarte todos estos recursos bien en una carpeta zip o bien uno o a uno.
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En los lugares más inhóspitos del planeta, las especies libran una batalla continua por la supervivencia.
El desierto ocupa la tercera parte de la superficie continental y es uno de los entornos más extremos de la Tierra.
Caen menos de 250 litros de lluvia por metro cuadrado al año y las temperaturas pueden llegar a los 50 ºC.
Los organismos que viven en estos duros entornos han desarrollado un abanico de características físicas y conductuales que les permiten sobrevivir.
Los organismos sobreviven en entornos muy duros gracias a adaptaciones físicas y conductuales
Adaptación física
Este es el habitante más característico del desierto y un ejemplo excelente de diseño evolutivo.
La piel del camello de color arena actúa como camuflaje y su tono claro repele de su cuerpo el intenso calor del sol.
Pero su pelaje también es grueso.
Las temperaturas pueden bajar hasta 30 grados por la noche y el pelaje les aporta el calor necesario.
Pero quizá la característica más distintiva del camello son sus jorobas.
Contienen un tejido graso que, cuando se metaboliza, proporciona agua y energía. Esto supone que un camello puede sobrevivir hasta dos semanas sin agua.
El feneco tiene unas enormes orejas que disipan el calor.
Su gran superficie irradia el calor del cuerpo y dirige la brisa para enfriar la sangre de los capilares que están justo debajo de la piel.
Adaptación conductual
La adaptación conductual también es muy importante.
Muchos mamíferos y reptiles son crepusculares, lo que quiere decir que solo salen al anochecer y al amanecer, cuando el calor es menos intenso.
Otros, como esta rata canguro, son totalmente nocturnos y restringen su actividad a las temperaturas más frecas de la noche.
La rata canguro solo pasa una hora al día en la superficie.
Con su calor extremo y la falta de alimento y agua, el desierto es el entorno más implacable que existe. Y la adaptación es imprescindible para sobrevivir en él.